jueves, 1 de septiembre de 2016

El balón en el alero.

No era el Madison Square Garden ni el Staples Center; tampoco se trataba de un Este-Oeste de la NBA en el ecuador de su campeonato anual. El resultado 170-180 si parece el de un partido basket en USA con varias prórrogas, pero se trataba de una sección de investidura en la Cortes de España.
No debería opinar mucho porque sólo presencie el rifirrafe entre Rajoy e Iglesias, dos de los candidatos a MVP. También vi el careto de Sánchez, otro presunto, en su bancada, chupando banquillo, parece que no se resigna a ser suplente o dedicarse a otra cosa. A Ribera se le veía con ganas de intentar canasta de tres o cuatro puntos con ilusión y tipos marcándole.
¿Impresión personal?
Patética y reiterativa.
Hubo cierta química entre Rajoy e Iglesias y el primero demostró ser, de largo, el parlamentario más capaz, detalle resaltable, pero que se queda en el anecdotario. 
Iglesias nos remontó a los años treinta o incluso anteriores, con los inventos y adelantos del siglo XXI. Lo más curioso es que cuando habla de la Unión Europea, la democracia, la gente, la soberanía, no sabe bien si se trata de un comic, un ensayo de ficción o los libros de historia de sus autores favoritos.
Supongo que Rajoy le podría haber dicho:
-Yo también leí a Lenin, me interese por los logros sociales; me fasciné por una chica a finales de los sesenta que no llevaba sujetador y venía de conocer París. Luego viajé a la Unión Soviética de Bresnev, me enteré de como vivía ese pueblo de verdad; tengo cierta empatía con Fidel Castro; me gusta la gente honesta. Me dan asco los que están en política por enriquecerse y falta de capacidad para luchar dignamente en otro oficio, con muchos ejemplos en mi partido...
Pero estamos en una sesión de mi NO investidura y debo ser consecuente.

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