Y me invitaron a Zalacaín, al nuevo, viejo nombre. Se murió el fundados, Oyarbide, se llevó su historia estilo; la novela de Don Pío, el primero con tres estrellas Michelin, el sitio de Madrid donde se comía tan bien, donde se bebía, donde el servicio destacaba, donde ocurrieron tantas cosas. En esta época no es fácil abrir un negocio, aunque siempre hay riesgo, lo que ocurre es que se repite lugar, nombre, eso que se llama mito. No pagué, se celebraba el éxito de un jóven que generosamente quiso disfrutar con aquellos que quiere, disponibles; día de lluvia, Uber, tráfico, mascarillas. Probé los aperitivos que te ponen, muy ricos, empiezas a pensar que ya has cenado, luego ensalada de bogavante, un foie de oca exquisito como si fuese un helado al corte presentado, elegí los callos, como uno tiene la edad que tiene pedí media ración, dudaba con el famoso bacalao. El vino "Dehesa de los Canónigos" 2015 que alguien escogió de una carta espléndida, excelente. Caté un postre de bartolillos de chocolate y mascalpone con un brandy Fernando de Castilla para Zalacaín que viene como botella vulgar sin aspavientos de vino , magnífico. Luego tocaba dormir, seguía lloviendo. Espero que este nuevo Zalacaín donde había personal talludito, muy de Madrid, servicio estupendo, no estaban Florentino ni Mbappé, salga adelante, aunque la leyenda nunca volverá. Lo mejor sin embargo fue el detalle de la invitación, el recuerdo, lo que no tiene precio, el resto Master Card.
martes, 14 de septiembre de 2021
El aventurero.
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