lunes, 27 de septiembre de 2021

Racismo.

En USA hace algunas décadas, Mississippi, me quedé fascinado en el nido de un hospital, contemplando a dos gemelos negros preciosos a través del cristal, los demás presentes que miraban lo hacían a una niña blanca recién nacida, ellos, todos los mirones eran negros; en aquel estado todavía circulaban autobuses  manteniendo un cartel donde las personas de color sólo podían sentarse en ciertas zonas del vehículo. Siempre he pensado que en US hay un gran problema de racismo, desde sus orígenes, a pesar de la Guerra Civil, una cuestión inacabada, como en otros muchos países,  Nos asusta lo diferente, tenemos miedos de lo que no conocemos. Cuando era pequeño pensaba que los españoles no eramos racistas o dicho de otra manera no se hablaba de eso, en mi barrio llamábamos negros a los chicos de raza negra que no abundaban o algún jugador de fútbol; en Melilla, mis veraneos, los musulmanes eran moros, aunque mi abuelo sufriese tres tiros diferentes de sus tiempos en La Yebala o el Rif con su respuesta amplia por su parte, los hebreos eran judíos, he jugado con ellos; los gitanos titiriteros, las gitanas a las puertas de las iglesias pedían o iban por las casas, me hablaban del Toledo Imperial, también de la expulsión de moriscos y judíos, nunca llamé sudaca a nadie. He visto racismo, mucho, en el Reino Unido, en sus colonias, sin mezclarse, a mi me daba la impresión que los españoles nos mezclábamos con cierta facilidad exigiendo o no el cristiano bautismo reglamentario para pecar, pero menos. El Jesús que me enseñaron pedía agua a la samaritana, Pablo de Tarso se abrió a los gentiles. Quizá falle más la forma que el fondo cuando reflexionamos o no.

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