Dulces años los de los hippies, guerra en Vietnam y la búsqueda de lo que busca todo ser humano que tiene sensibilidad y dos dedos de frente.
Desde el continente americano vinieron los jóvenes a la vieja y civilizada Europa, que sanaba las heridas de una guerra mundial, a bucear en sus aguas y sus orígenes. En las islas del Mediterráneo desde Ibiza a las Cicládes con sol, luna, playa, comida sana y vino se volvía en busca del tiempo perdido.
"Todo tiene una grieta y por ahi es donde entra la luz" o algo así decía Leonard Cohen, en aquellos años. Claro que él es un poeta.
La frase se puede interpretar de diversas maneras, porque habría que ponerse de acuerdo primero en que es la luz, quizás esa es la clave.
La luz puede ser esperanza, solución, la ansiada verdad, alternativa, salida o respuesta, pero en cualquier caso algo muy humano.
Y eso tan humano es también paradoja y debilidad. Afortunadamente nada es tan sólido que no deje entrar la luz, solamente la ceguera nos sumerge en la oscuridad absoluta. El hombre busca esa verdad que llene todo, y encima trata de resumirla en una frase genial que sólo los genios son capaces de inventar. Los seres humanos de a pie son más prosaicos, no tienen tantas capacidades ni los mismos problemas, sus necesidades básicas también pueden diferir, pero todos precisan de esa ayuda que te concede la vida misma para el que no cree en nada que no pueda ver y palpar.
Y es algo hermoso porque permite seguir vivo y gozar de las limitaciones naturales de un ser humano, bendito por sus imperfecciones.
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