479 años después, una noche fría de invierno, estrellas, cielo despejado, sin luna, buena mar, con un frío que pelaba mi comandante era un bravo gallego que me dejó unas horas a la intemperie aunque subió a darme charleta, escasa por ser hombre de pocas palabras. En ese buque había navegado Franco el famoso de Ferrol. Mi misión era identificar puntos, faros, pesqueros faenando, actividad en las idas y vueltas de una navegación nocturna por las rías. No importaba cuantas capas de ropa me pusiese, incluido el chándal, siempre tenia frio. No había enemigo no descubría ningún submarino...nada.
Mi profe de Historia de España en cuarto de bachillerato, el Cabeza buque, de cuyo nombre no puedo acordarme, consideraba condición sine qua nom saberse la Política matrimonial de Los Reyes Católicos para aprobar la asignatura. Siempre me pareció una tarea de colosos lo que empezó con aquel grito de madrugada.
Otra historia, la de Pujol, Jordi Pujol, se va a quedar sin así, eso si habrá una estatua, calle o plaza, en Cataluña y quién sabe si en algún otro lugar de la geografía patria. identificado con sus canfurnadas Una vez en pleno apogeo suyo, de su difunta esposa, de sus hijos todos, el muy honorable presidía una comida, mi mesa estaba muy cerca de la suya. El jefe de la Armada de aquella, hombre culto e inteligente largó un pequeño discurso a los postres a capela, brillante. El ya no tan honorable extendió la mano, se levantó con su altura, un esbirro le dió unas hojas, el no honorable no pensó, le rechazó las hojas displicentemente y habló sin leer. " A mi este de Santander no me gana en casa"...y no hubo nada.
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