En efecto Australia está lejos y es diferente, aunque hablen inglés. Todavía toman té y les encanta, en general, la parafernalia de Windsor. Son simpáticos, agradables, miran a la naturaleza, está el tema de los indígenas. Es conveniente protegerse del sol.
El A-380 de Qantas con 485 en cierto modo pasajeros más dotación, son dos aviones uno encima del otro. Los dos fuselajes son independientes de alguna forma. Creo que tan grande, será negocio, o ya lo es sin conocer detalles. El caso es que despegábamos a las 2230 de LA y lo hicimos a la 1.30 con avisos confusos, consultas a Sidney, piezas de respeto a cambiar, discrepancias de mantenimiento, embarques y desembarques del pasaje. Llegamos allí, con alguna mejora en el horario. Conozco a pilotos gloriosos de líneas aéreas en especial uno que voló de todo. Era una profesión fantástica que también ha sido forzada a adaptarse a los tiempos con dignidad. Que les quiten lo volado.
Australia es distinta, como una Europa de este siglo con cosas de otros. Cambian las razas, cada vez hay màs asiáticos en todas las actividades. Realmente llegué doblado de pensar en otro vuelo como en los viejos tiempos a Ballina. En total unas treinta horas de vuelo, con dos averías, espera de aeropuertos de añadido. De pronto ves a los que te esperan ilusionados y te olvidas.
El último avión un Dash 400 turboprop, canadiense De Havilland, todo queda en el Imperio. Compite con algún Fokker y hay opiniones de todo tipo. Volamos a 18000 pies, no vi ningún tiburón blanco,, hermosas playas de la costa Este sin gente y la aproximación directa a Ballina, como en los viejos tiempos
La otra opción: Cunard, en el Queen Anne, nos coloca en Sydney en solo 60 días/18 puertos. Sin jet lag ni catarros. Y nadie te quita lo navegado.
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