Hace 69 años del desembarco de Normandia. Ni este número, a veces mágico en otras circunstancias, provocó un recuerdo, una reflexión ayer en los medios. Debe ser que sumidos en la crisis no damos para más.
Los aliados, las democracias, donde se incluía el totalitarismo soviético, querían dar el golpe final al totalitarismo del hombre extraño del bigote pequeño, que no era Charlie Chaplin, aunque este le hubiese cachado genialmente. Preciso era llegar al corazón.
España pobre y abandonada, permanecía como una isla procurando abastecerse y sobrevivir, confundida y dividida. ¿Nos hubiese ido mejor de participar en aquel desembarco de alguna manera? ¿Defendiendo o atacando?
Todas las incongruencias europeas tienen cabida en un examen de la Segunda Guerra Mundial. Culturas similares enfrentadas, principios democráticos unidos a dictaduras contra dictadores elegidos democraticamente, mayoritariamente. Lazos y parentescos ancestrales enfrentados a muerte. Pactos que se sabía nunca se cumplirían, promesas en papel mojado y miedo, mucho miedo. Aliados que se aliaban y están deseando dejar de serlo. Justificaciones injustificables, rídiculos y traiciones. Un rey de Inglaterra partidario del hombre del bigote pequeño y un muy muy maduro político inglés que sólo tiene un miedo y hace lo que sea para apartarlo de su vista.
Sólo los jóvenes o viejos caídos en el campo de batalla, campos de exterminación, en la clandestinidad, bajo la bomba de un bombardero o la metralla de un cohete, saben la verdad de porqué murieron. O tal vez no.
Llegó la paz que nunca es paz sino hostilidades continuadas de otra forma. Uno de los totalitarismos se impuso en su parcela de influencia extendida, en gran parte del mundo, gracias al inglés, muy muy maduro, y hasta fué una idea cool. Luego desapareció y no hacen pelis porque no tiene glamour ni tirón alguno. El otro, los grandes derrotados desaparecieron; reaparecen con nostálgicos esporádicos; si hacen pelis porque es más cool para la cámara y se trata desde cualquier punto de vista. Ambos deberían producir miedo mucho miedo.
¿Qué pensaría el inglés muy muy maduro ahora?
¿No debería bastar tanto absurdo para volver a los orígenes?
El miedo, otro tipo de miedo, continúa existiendo y no permite reaccionar.
A little bit of please !
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